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25 AÑOS DE LA PARTIDA DE SALVADOR DALÍ

La fantasía versus la razón, el juego frente al tedio, el deseo limitado por la apatía, la alegría ante la desolación. Son las dicotomías implícitas en la obra de Salvador Dalí que han hecho del artista surrealista una puerta de entrada a la apreciación del arte.

Son las tantas posibilidades que hay de mirar la estética de Dalí y el abanico de perspectivas que ésta ofrece sobre el entorno cotidiano lo que también ha convertido al artista español en uno de los de mayor trascendencia internacional, incluso a 25 años de su muerte que se conmemora hoy.

“Esta parte lúdica muy próxima a este mundo fantástico como el de los sueños es lo que atrapa al mirar su obra. Es un artista que jugaba con su propia imagen, que gozaba de locura pero al mismo tiempo de una formalidad artística, un hombre del siglo XX con las contradicciones del siglo XX, es decir un mundo en guerra y desolación, y él ofrece la oportunidad de imaginar una nueva realidad, más atractiva”, señala Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya, uno de los espacios en México donde se puede apreciar piezas de Dalí.

Por ello la obra del también escenógrafo y escritor se le puede considerar una buen ejercicio de iniciación en el arte principalmente para los jóvenes y niños más abiertos a la fantasía plasmada en su obra. En el museo de Plaza Carso, que alberga 52 esculturas de Dalí, estas piezas sirven como elementos de sensibilización para el recorrido por otros periodos artísticos, precisa Miranda.

“En esas contradicciones o partes lúdicas es que un niño puede empezar a encontrar en su curiosidad un mayor entendimiento de la obra, y entonces despertar su imaginación a otras posibilidades para entender la realidad. Su obra nos permite repensarnos, pues básicamente Dalí nos está enseñando a ver la vida desde otra perspectiva”, añade.

A estas características propias de la personalidad surrealista de Dalí también responde el éxito de su obra en el mercado del arte. Miranda afirma que a 25 años de su muerte sigue siendo un referente no sólo en el arte, sino también en la moda, la publicidad, la música e incluso el cine.

Para recordar al surrealista, cuya obra se reparte principalmente entre las colecciones del museo Teatro-Museo Dalí,  el Reina Sofía y Salvador Dalí Gallery, el recinto en Plaza Carso ofrecerá una serie de actividades para el público en general, entre talleres para niños y adultos, y la proyección de películas con la intención de facilitar la asimilación de su obra.

Con los talleres, detalló Miranda, se busca presentar a los participantes una perspectiva diferente del artista: “Utilizamos los métodos de creación de Salvador Dalí respecto a unir los opuestos  que se complementan como la noche y el día, la locura y la razón; entonces a partir de ahí se puede despertar esa motivación para apreciar las obras”, explica.

En el ciclo de cine se proyectará Spellbound, producida por Alfred Hitchcock con escenografía de Dalí, y Destino que realizó en 1945 con Walt Disney. Además se ofrecerá un recorrido especial para personas con discapacidad visual o ciegos en el que podrán tocar El gabinete surrealista, escultura fechada en
1936.

Legado para su pueblo

En 2014 se celebra el 40 aniversario del Teatro-Museo Dalí, que fue inaugurado en 1974, construido sobre los restos del antiguo teatro de Figueres, que fue consumido por un incendio.

En 1961, el entonces alcalde de la ciudad, Ramón Guardiola, propuso a Dalí hacer un museo dedicado a su obra. Al pintor le agradó la idea gracias al encanto espectral del teatro y, con la intención de mantener la estructura del edificio, lo escogió como sede del futuro Teatro-Museo Dalí.

“¿Dónde si no en mi ciudad ha de perdurar lo más extravagante y sólido de mi obra, dónde si no? El Teatro Municipal, lo que quedó de él, me pareció muy adecuado y por tres razones: la primera, porque soy un pintor eminentemente teatral; la segunda, porque el Teatro está justo delante de la iglesia en que fui bautizado; y la tercera, porque fue precisamente en la sala del vestíbulo del Teatro donde expuse mi primera muestra de pintura.”

Dicho recinto contiene el más amplio abanico de obras que describen la trayectoria artística deDalí, desde sus primeras experiencias artísticas y sus creaciones surrealistas hasta las obras de los últimos años de su vida.

Algunas de las obras expuestas ahí son Port Alguer (1924), Muchacha de Figueres (1926), El espectro del Sex-appeal (1932), Autorretrato blando con beicon frito (1941), Poesía de América-Los atletas cósmicos (1943), Galarina(1944-45), La cesta de pan (1945), Leda atómica (1949), La apoteosis del dólar(1965), Galatea de las esferas (1952) y Aurora, mediodía, atardecer y crepúsculo (1979).

También se incluyen las obras realizadas por el artista expresamente para el Teatro-Museo, como la Sala Mae West, la Sala Palacio del Viento, el Monumento a Francesc Pujols y el Cadillac lluvioso.

Todo en el Teatro-Museo Dalí fue diseñado por el artista.

Tras el genio (in)comprendido

Fenómeno de masas, popular en vida y popular después de muerto. Generador de dólares antes y después, no por nada el poeta, ensayista y teórico del surrealismo André Breton le llamó Avida Dollars. Si antes muchos pintores morían en la pobreza, él conquistó sin pudor la riqueza, que en nuestros tiempos es sinónimo de éxito.

Sólo a un pintor como Salvador Dalí (1903-1989) un grupo de pop le podía dedicar una canción (Eungenio Salvador Dalí) y hacer que cientos la cantaran a finales de los 80. Su influencia no solamente ha llegado a la música, también la moda, el cine y el teatro han abrevado de su arte o se han visto beneficiados con sus creaciones. El artista conquistó tanto museos como escaparates en París y Nueva York.

Además, se apoderó de la frase “allá por dónde voy, el escándalo me sigue” (Tirso de Molina, Don Juan) y la llevó al extremo hasta el último día de su vida.

“Me repito una vez más
—pues, si yo no lo repitiera, no veo quién se encargaría de hacerlo— que, desde mi adolescencia, he cogido el vicio de considerar que todo me está permitido por el hecho de llamarme Salvador Dalí. Desde entonces —y hasta ahora— me he portado siempre de la misma manera, y me ha ido la mar de bien”, escribió en el libro Diario de un genio.

Las filas para entrar a alguno de sus museos podrían provocar la envidia de otras instituciones culturales en el mundo. La Fundació Gala-Salvador Dalí anunció que durante 2013 los museos del pintor recibieron un millón 580 mil 517 visitantes, lo que significó un aumento de 8.42% con respecto a 2012.

A 25 años de su fallecimiento, el pintor catalán está más vigente que nunca, además de ser uno de los más cotizados. Recientemente se anunció que una escultura surrealista de tres metros de alto que el artista diseñó en 1975, y que representa un elefante estilizado, se subastará el martes 4 de febrero en la casa Bonhams de Londres.

La pieza Elephant du Triomphe está valorada entre 410 mil y 492 mil dólares, y se compone de un elefante de color verde esmeralda, sobre el que un ángel dorado toca la trompeta.

Los elefantes fueron utilizados por Dalí como símbolo del futuro y este animal, que el artista representa en esta pieza con largas y finas piernas, se repite en muchas de sus obras artísticas y se conoce como “elefante daliniano”.

Además, el lunes 13, la Fundació Gala-Salvador Dalí anunció la compra de una obra, un óleo sobre madera de 1933 llamado Carretó fantasma. La institución compró el cuadro a un coleccionista particular
anónimo.

Carretó fantasma había formado parte de la colección del poeta inglés Edward James (1907-1984), firme defensor del surrealismo.

Nombre es destino, dicen, y Dalí, con arrogante desenvoltura, esa que sólo pocos pueden darse el lujo de manifestar, decía que era el “salvador” de la pintura, amenazada de muerte; además, consideraba que era “el genio de más amplia espiritualidad de nuestra época, el auténtico genio de los tiempos modernos”.

Era un provocador, sin duda. Luis Buñuel, con quien trabajó en la cinta Un chien andalou, y con quien compartió veladas en Cyrano y en casa de André Breton con el grupo de los surrealistas, recuerda el cineasta en el libro Mi último suspiro, que el hijo de un notario de Figueras llegó a la Residencia de Estudiantes “tres años después que yo (…) Dalí era un muchacho tímido, con una voz grave y profunda, el pelo muy largo, que después se hizo cortar, una viva irritación hacia las exigencias cotidianas de la vida y un atuendo extravagante consistente en un sombrero muy grande, una chalina inmensa, una americana que le llegaba hasta las rodillas y polainas. Causaba la impresión de que se vestía así por afán de provocación, cuando lo hacía, simplemente porque le gustaba, lo cual no impedía que a veces la gente le insultara por la calle”.

El nacido en Calanda dice en el mismo texto que “Dalí y yo, cuando trabajábamos en el guión de Un chien andalou, practicábamos una especie de escritura automática, éramos surrealistas sin etiqueta”, pues para él el surrealismo fue, ante todo, una especie de llamada que oyeron en muchos países y que muchas personas utilizaban “ya una forma de expresión instintiva e irracional, incluso antes de conocerse unos a otros.”

“Dalí también escribía poesías, y las publicaba. En 1926 o 1927, siendo todavía muy joven, participó en Madrid en una exposición con otros pintores, como Peinado y Viñes. En junio, cuando tuvo que presentarse al examen de ingreso en Bellas Artes y le hicieron sentarse ante el tribunal para el examen oral, exclamó de pronto: No reconozco a ninguno de los que están aquí el derecho de juzgarme. Me marcho”, añade Buñuel.

Después de esto Dalí fue expulsado de esa institución, a pesar de que su padre viajó de Cataluña a Madrid para arreglar las cosas.

“Mi padre fue, en efecto, no ya sólo el hombre a quien más he admirado, sino que también al que más he imitado, sin dejar por eso de hacerlo sufrir”, reconoció en su momento Dalí.

El pintor amaba demasiado la libertad para suscribir todos los dogmas de André Breton, quien lo expulsó del grupo surrealista tres o cuatro años después de su ingreso. Aunque el poeta lo aceptó porque se entusiasmó por su método paranoico-crítico, no dudó en excluirlo del grupo.

“No me importan las calumnias que pueda lanzar sobre mi persona André Breton, quien no me perdona haber sido el último y único surrealista”, escribió Dalí en Diario de un genio.

En tanto, Buñuel rememora que Breton le dijo que se habían separado del pintor “porque se convirtió en un miserable comerciante”, según el cineasta, la relación de Gala-Éluard-Dalí con el catalán lo había convertido en Avida Dollars.

Cuando un periodista español le pregunta a Dalí si los dólares son importantes para él, el pintor responde:

“Para mí, cada vez más, no los dólares, el dinero en general, porque para mí el dinero es la mística y además le devuelvo todo al pueblo español a través del Teatro-Museo Dalí de Figueres. O sea que todo lo que poseo, todo lo que Galaposeo (sic) y lo que Gala posee lo regalamos al pueblo español sin diferenciación de ninguna clase política. El oro siempre tiene un valor místico, pero en la edad media, todos los místicos querían transmutar la materia vil en oro, o sea que la única manera de espiritualizar la materia vil es aurificándola, transmutarla en una cosa preciosa”.

Fuente Excelsior.