Lejos de esa imagen, donde hasta noviembre de 1984 se podían ver autos y camionetas de lujo, avionetas y helicópteros llegando uno tras otro, ahora ni siquiera los caminos de acceso están en buen estado, las familias que aquí habitan apenas cuentan con lo suficiente para malvivir.
El poblado cuenta con todos sus seccionales con unos dos mil habitantes, se localiza a unos 20 kilómetros de llegar a la cabecera municipal de Jiménez y marca la colindancia con el municipio de Allende. Inmediatamente después de que termina el tramo de la carretera se aprecia el rezago que existe en esta comunidad, así como en Cerro Blanco y particularmente en Rancho Muriel, el que alguna vez fuera propiedad de Caro Quintero, de quien falsamente se ha corrido el rumor de que ofreció pagar la deuda externa, pues se trató de un comediante.
Las calles ya prácticamente no cuentan con pavimento, éste se ha acabado con las lluvias, intenso calor e inundaciones que ha sufrido la comunidad, como la que se registró hace cuatro años donde tuvieron que desalojar al poblado. No hay comunicación celular, sólo hay un teléfono satelital en una tiendita de abarrotes, donde han habilitado un sistema de perifoneo, donde prácticamente se gritan los mensajes.
Desde hace cuatro meses no tienen médico, aunque sí existe una clínica construida y equipada; ningún galeno o pasante se ha atrevido a vivir aquí, por las leyendas vinculadas a los grupos delictivos. La iglesia donde alguna vez orara el narcotraficante más temido de América y parte de Europa, hoy se está cayendo a pedazos; ya sus paredes están colapsando.
De igual forma los caminos que comunican Rancho Blanco, Rancho Muriel y Búfalo son pésimos y aún en vehículos 4 x 4 es difícil pasar. La actividad económica sigue basada en la actividad primaria, pero poco a poco han sido rebasados ante la impotencia de adquirir mejores sistemas de riego y de producción.
La luz que los habitantes de esta comunidad observan en el camino es la construcción de la presa Piedras Azules, pues les queda a unos cuantos kilómetros y los beneficiará directamente, con otras opciones de actividades económicas, como la de servicios para turismo y sobre todo les dará la certeza de contar con agua para sus cultivos.
Las leyendas de que aquí existe gente mala, al menos en el recorrido realizado por los reporteros de esta casa editora, no fueron confirmadas, aquí se encontraron a personas trabajadoras, que ofrecieron agua y comida y que suplicaron que su voz sea plasmada en letras, para que El Heraldo de Chihuahua les diga a las autoridades cuál es la realidad que sufren y los apoyos que requieren más urgentemente.