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El Parlamento británico rechaza el plan de Cameron para intervenir en Siria

El Parlamento británico paralizó hoy los planes para intervenir en Siria del primer ministro británico, David Cameron, al tumbar en una sesión de urgencia la posibilidad de lanzar un ataque contra el régimen de Bachar al Asad. La moción del Gobierno británico, que defendía una acción militar «legal y proporcionada» en Siria, fue rechazada por un estrecho margen de 13 votos -285 en contra y 272 a favor- a pesar de que anoche Cameron había cedido a las presiones que le llegaban tanto desde la oposición como de su propia coalición para matizar el texto.

El resultado en la Cámara de los Comunes obligó a Cameron a admitir que «el Parlamento y los británicos no desean ver una intervención militar».

«Lo entiendo y actuaré en consecuencia», adelantó Cameron poco después de conocer el resultado de la votación, mientras que el ministro de Defensa, Philip Hammond, confirmó que la negativa del Parlamento obliga al Reino Unido a evitar involucrarse en una acción internacional contra Siria. Hammond señaló a la cadena BBC que Estados Unidos «estará decepcionado por el hecho de que el Reino Unido no estará involucrado», si bien subrayó que no cree que la ausencia británica «detenga cualquier acción» contra el régimen de Bachar al Asad.

Ante las crecientes críticas en el Reino Unido y el rechazo laborista, la moción que votó hoy la Cámara de los Comunes posponía explícitamente la decisión final sobre un ataque a Siria hasta que los inspectores de la ONU divulguen sus conclusiones sobre el uso de armas químicas por parte del régimen sirio. Con la inclusión de esa condición, Cameron pretendía asegurarse el apoyo de los diputados conservadores que se habían mostrado críticos con la posición del Gobierno.

Durante una sesión que se alargó durante casi ocho horas, se repitieron los llamamientos por parte de todas las fuerzas políticas a tener en cuenta las lecciones aprendidas en Irak, si bien Cameron subrayó que ambos conflictos guardan profundas diferencias. El primer ministro admitió que todavía no existe «certeza al cien por ciento» de que fueron las fuerzas del régimen de Bachar al Asad las que arrojaron armas químicas contra la población el pasado 21 de agosto, si bien subrayó que, en la práctica, «nadie duda seriamente» de que así fue.

El líder «tory» argumentó que agentes con peso en la región como la Liga Árabe, e incluso el actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se opusieron en 2003 a la intervención en Irak pero apoyan ahora una «acción humanitaria» que proteja a la población siria de los supuestos ataques del régimen sirio. «No se trata de tomar partido en el conflicto ni de una invasión, ni de cambiar el régimen o ayudar a la oposición», sino de «defender la prohibición mundial de usar armamento químico», afirmó Cameron ante los parlamentarios.

El líder laborista, Ed Miliband, resaltó por su parte la necesidad de construir un marco de «legitimidad y autoridad moral» antes de optar por una solución militar y conminó al Gobierno a reunir pruebas «contundentes» contra Al Asad antes de ordenar un ataque.

La estabilidad en juego

También hubo advertencias desde distintas bancadas sobre las posibles consecuencias para la estabilidad en la región de una irrupción occidental en el conflicto sirio. El diputado conservador Douglas Carswell mostró sus «profundas dudas sobre aquello que lograría un ataque con misiles y bombas» y apuntó que «no está claro cómo se pondría fin a la intervención».

En ese mismo sentido, el laborista Jack Straw, ministro de Exteriores británico cuando se atacó Irak, advirtió de que una vez iniciada una incursión militar no resulta sencillo retirarse: «Aún conservo cicatrices que lo prueban», afirmó. «Las pruebas deben preceder a la decisión, no las decisiones preceder a las pruebas», dijo el líder laborista, que sin embargo no había descartado secundar el uso de la fuerza contra posiciones del régimen sirio si las evidencias confirman que el ejército de Asad disparó armamento químico contra civiles.