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EDITORIAL SEMANAL ANTONIO CANO: LOS INDEPENDIENTES Y LA LIBERTAD

Los candidatos independientes no solo representan la liberación de los grupos que se apropiaron de los partidos sino también la liberación de la corrupción institucionalizada y de la manipulación de millones de mexicanos que dependen de un sueldo proveniente del gobierno, de una despensa, un apoyo o una beca y que debido a ello deben convertirse en seres esclavizados, degradados, mudos y paralizados sin paz y libertad por seguir conservando tales amparos.

Los independientes también representan la lucha por defender la justicia, la verdad y la dignidad humana pues los gobernantes humillan a quienes comparten el poder condenándolos a un pobre y servil papel obligándolos al silencio, a la rendición y la complacencia de vicios ¿Como es posible que ahora los partidos políticos quieran expulsar a sus adeptos por el simple hecho de haberle firmando a los independientes o viéndolo desde otro enfoque haber escogido a sus adversarios?

Uno de los derechos fundamentales de todo ciudadano en un País libre y democrático es poder criticar y actuar dentro del marco legal sin que por ello sea perseguido, sancionado o segregado. Es un delito imposibilitarlos de expresar libremente su desagrado por el abuso y la corrupción o las malas actitudes públicas. Emitir una opinión razonada, con lealtad a la patria y con respeto, no solo es un derecho individual, sino una responsabilidad y una obligación colectiva que debemos de cumplir con valor cívico. Una sociedad que busca su desarrollo es aquella que se compromete a participar en la vida política desde el momento en que va a elegir quien debe gobernar y administrar los recursos públicos.

Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen obvio pierden el respeto y la lealtad. ¿Porque aceptar como normal una vida ajena al estado de derecho y la dignidad? Hay que afiliarse antes que nada a la verdad y liberarse de todo aquello que degrada al hombre. Renunciar a ese tipo de manipulaciones es liberarse del poder abusivo; estamos en la era de la razón.

Es una vergüenza permitir que una minoría de ególatras y arrogantes en el poder crean tener derechos de propiedad sobre la gente necesitada pensando que nunca podrán liberarse. Aunque algunos oprimidos ni en honor a sus propias reputaciones expresan su rechazo y reprobación y cobardemente siguen sometidos ante ese poder oculto del mal.

Lo que une y separa a las personas, no son las diferencias, sino los valores. Ningún hombre de bien fomenta los vicios, el deshonor ni el irrespeto a los demás. La vida cobra de alguna manera a aquellos que atentan contra lo correcto.