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EL JUZGAMIENTO

Sabemos que la critica hay que hacerla en forma respetuosa, responsable y positiva pues canaliza las fuerzas contradictorias que todos tenemos. Sin embargo es necesaria cuando es constructiva, máxime si los interesados la piden, muy diferente es la crítica destructiva la cual tiene componentes de envidia, daño ó intenciones de destruir el prestigio del otro en forma fácil y cómoda; suele ser dañina para el que la recibe y declaratoria de mala personalidad del que la emite. Es fácil juzgar a los demás y señalarles sus errores, pero difícil es descubrir los que cargamos propiamente.

Aún más, el paso siguiente a la crítica no es tan sencillo; éste es acusar y juzgar. Quien es el acusado? En la biblia se le llama acusador al demonio; satanás es en definitiva quien siempre va detrás de las personas para acusarlas. El papa Francisco dijo: la persona que juzga se equivoca, se confunde y sale derrotada porque se pone en lugar de Dios, que es el único Juez. El único que juzga es Dios y aquellos a los que él da potestad para hacerlo. Quien juzga a su hermano es usurpador de un lugar y de un papel que no le pertenece y cosechará una derrota porque terminará como víctima de su misma falta.

Superando la corta visión de las cosas y conociendo que ninguna cultura o forma social es perfecta o acabada; ¡atención! la norma y medida por excelencia para actuar en éste sentido, se encuentra en la práctica de la fe cristiana. Así que el derecho- deber que tenemos los ciudadanos de buscar y defender la verdad y la armonía social en una dimensión no acusatoria ni de superioridad, sino de conciencia y fraternidad; implica un serio dilema, pues nos coloca en posición de no basarnos en gustos, preferencias, conclusiones abstractas o genéricas, y no se puede ser intermedio, tibio o indiferente pues estamos juzgando la propia identidad humana y todos somos pecadores, es decir capaces de hacer lo peor.

Cuando alguien juzga mal a los demás es porque de plano no puede ver las cosas buenas que en todos hay. ¿Porque no hablar bien, porque no difundir las virtudes de la gente? Somos capaces de destrozar el prestigio y la imagen de una persona pues a veces puede más el veneno lingual que décadas de esfuerzo y buen comportamiento. Lo que se busca es un fin plenificante para poder estructurar y armonizar las relaciones humanas.

Quien juzga se convierte en un perdedor, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarle a él. Nosotros debemos lograr alcanzar la gracia de imitar a Jesús intercesor y defensor. La próxima vez si queremos ir por el camino del bien, recordemos que <<<< más que acusadores debemos ser defensores de los demás…. Y antes de juzgar oremos por cada uno de los que queremos enjuiciar.